Lo bueno de trabajar en una empresa multinacional es que de vez en cuando hay que reunirse en algún lugar del mundo para coordinar temas. Este año, el encuentro tuvo lugar en Nueva York, ciudad por la que alguna vez estuve de paso (literalmente, cuando fui estudiante de intercambio pasé del aeropuerto al bus y sólo pude divisar algo que me dijeron era la Quinta Avenida). En enero último tuve la oportunidad de estar unos días en la Gran Manzana y "tomarme la licencia" de caminar por las calles de Manhattan, con menos de 3 o 4 grados en algunos momentos. Visité lo imperdible - la estatua de la Libertad, el MOMA, Central Park, Rockefeller Center - pero también tuve oportunidad de dar curso a mi hobby favorito, visitar jugueterías. Así encontré American Girl, una tienda de cuatro pisos destinada al culto de una muñeca que es miles de muñecas. Es el reflejo de los diversos tipos raciales y sociales que existen en Estados Unidos: caucásicas, latinas, asiáticas, afroamericanas (oooohhh, que políticamente correcto), etcétera, etcétera. Para todas hay ropas, accesorios, muebles... hasta mascotas y muñecas.Mi visita tuvo lugar un domingo en la mañana, y el lugar estaba lleno. Niñitas de entre 4 y 10 años, decenas de mamás y varios papás que me supuse no eran todos de Nueva York, sino también de suburbios o estados cercanos. El ritual consistía en comprar a la regalona algunos trajes nuevos y... por supuesto, hacerle un cariño especial y llevarla a la peluquería. Ahí, literalmente, había unas cinco señoritas peinando muñecas, a las cuales sentaban frente a su dueña quien decidía si quería que se le hicieran trenzas, moños o cualquier otro peinando elaborado. ¿Cuánto costaba la gracia? Invaluable, no cabe duda.
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