29 diciembre, 2005

Lo que no tiene el Transantiago



Dicen que poco a poco irán desapareciendo las micros amarillas con todos sus males. Las carreras por ganar pasajeros, el mal trato a los estudiantes, las encerronas a los autos, en fin. Pero así como lo malo, también se irán con ellas y sus antecesoras algunas tradiciones chilenas, como la de bautizarlas con los nombres de las mujeres e hijas de los dueños, o seguramente con un adjetivo que identificara la personalidad del conductor.

Ahora ya casi no quedan micros “marcadas” con el ingenio de sus propietarios. Las “Jocelyn III” y “Yessenia Margarita” son meramente recuerdos. Curiosamente, los nombres que aún persisten son más bien masculinos y... un tanto agresivos: “El chacal” y “El malulo” revelan la idiosincrasia pura de una clase de choferes de micros, seguramente ésos que frenan brusco y dejan a todos los pasajeros con el corazón detenido por unos segundos. Pero hay otros, como "El regalón", “El fabuloso” y “Tu príncipe”, los cuales demuestran que el ego se puede sacar a circulación.

Ahora, creo que el mejor de todos los nombres es el que ví hace un par de semanas. “Tu peor pesadilla” me hizo alejarme lo más rápidamente posible, dejándole la pista del lado libre a esa micro amarilla.

Ya que estamos con nostalgias, agrego un poema de hace casi una década...

Domingo
Una liebre corre por la Diagonal,
desvencijada.
Es una yegua galopando
Sus latas gritan a cada salto
Y los pasajeros rebotan
sintiendo en los huesos los hoyos profundos,
los resortes abiertos.
Fue micro ésta, pienso,
le cercenaron la cola.
Hoy recorre las calles
de la ciudad en domingo
dejándole al que sigue
de regalo una estela
del más fétido
humo negro.

Noviembre de 1987