Huang, Li, Wang, Nien. Graciosos suenan a nuestros oídos los monosílabos que los chinos utilizan como apellido. Pero esa misma gracia, la de ser breves y sonoros, es la que identifica como miembros de un mismo pueblo a quienes los llevan. Por influencia china, vietnamitas y coreanos también tienen apellidos de una sola sílaba. Pero algunos coreanos ponen detrás la palabra "coreano", a fin de no ser confundidos con los vecinos. Una tarea un poco difícil , creo yo, porque la gente de este lado del mundo nunca hará el esfuerzo. Si no, que alguien diga a la primera de qué origen son Sun Paik y Jin Soo-Kwon, de Lost.
Al revés de los occidentales, los chinos usan primero el apellido y luego el nombre de pila, que puede estar compuesto por una o dos sílabas. El nombre del fallecido jerarca Deng Xiaoping es un ejemplo de lo primero y el de la actriz Gong Li, de lo segundo. En ambos casos, siendo lo mínimamente respetuosos podríamos hablar de Deng o Gong. Llamarlos Xiaoping o Li, a secas, son confianzas que sólo pueden tomarse los muy, muy cercanos. Así como con la tinta, la pólvora y otras cosas, los chinos también fueron los primeros respecto a los apellidos. En Europa, los nombres familiares comenzaron a adoptarse hacia el siglo XI y sólo quedaron bien establecidos en el XVI, mientras que en China ya había la costumbre de utilizarlos desde el siglo IV a.C., leí una vez en la revista Sinorama.
Prestigio o estigma
La gente de China ama sus apellidos, debido a la importancia que tiene la relación con los antepasados: Cada persona llega al mundo porque otros estuvieron antes en él, y todo lo bueno o malo que hicieron en vida queda como herencia para sus descendientes. El prestigio o desprestigio de un sujeto puede ser una bendición o maldición para las generaciones que lo siguen. Por eso, un apellido puede ser una buena marca o un estigma.
Las familias más tradicionales aún mantienen libros genealógicos que se remontan varios siglos. En ellos muchas veces está anotada una biografía de los miembros más ilustres.
Cuando viví en la isla de Taiwán, supe que uno de los textos básicos de la escuela primaria es el Libro de los Apellidos, que recoge los cien más comunes de toda China. En realidad existen por lo menos cinco o seis mil apellidos. ¿Tantos monosílabos? Sí, ¿por qué no si sólo el idioma mandarín --oficial para toda la nación-- tiene cuatro tonos distintos para cada sonido?
Los cien apellidos, según esa obra del siglo II a.C., se dividen en nueve categorías: nombres ancestrales, títulos póstumos, nombres estilísticos, apellidos aristocráticos, cargos oficiales, nombres de tierras feudales, lugares de residencia, actividades especiales o habilidades y profesiones. Cuentan que los emperadores cambiaban algunos apellidos, ya sea por méritos excepcionales del aludido o a causa de sus supuestos crímenes contra la nación. Hubo quienes obtuvieron apellidos elogiosos o idénticos a los de la familia imperial, mientras que otros fueron rebautizados según la mala opinión que se tenía de ellos. Así surgió, por ejemplo, el apellido Huei, que significa "serpiente venenosa".
Un mismo apellido
Chang, uno de los tres apellidos más comunes en China, es considerado "marcial". Un tercio de los famosos Chang de la historia han sido figuras militares. La leyenda dice que uno de los hijos del Emperador Amarillo inventó el arco. Por eso, recibió por apellido una palabra que contiene el ideograma "arco".
Li, también escrito en la forma inglesa Lee, es el apellido más común de China. Pero lo comparten innumerables líderes políticos. No deja de ser interesante que lleven ese apelativo el también fallceido primer ministro de la República Popular China, Li Peng, el ex presidente del gobierno chino en Taiwan, Lee Teng-hui, y el influyente ex primer ministro de Singapur, Lee Kuan-yew
Por qué Lilayú es un apellido chino
Es sabido que los chinos toman muy en serio su apellido, y nunca lo cambiarían a no ser que se les obligue. Pero algunos inmigrantes que llegaron a Chile a principios de siglo tuvieron que hacerlo.
Contaba mi abuelo materno, un cantonés ilustrado e ilustre en sus círculos, que en esa época el trámite de ingreso al país era muy difícil para quienes no sabían castellano. A los recién llegados se les pedía que adoptaran un nombre de pila en el idioma local y que indicaran cómo trascribir su apellido chino. Hubo varios casos en que el inmigrante no supo qué responder y fue el funcionario a cargo quien le dio un nombre. En el norte de Chile hay algunas familias de origen chino de apellidos León o Muñoz, tal como se llamaban los capitanes de los barcos en que llegaron.
Mi abuelo legó a su familia un curioso apellido chino de tres sílabas, que a algunos podría parecerles japonés: Lilayú, que es una adaptación de su propio nombre completo (Li Layie). Así, tomó como primer nombre Felipe (por Phillip, el que usaba en sus tiempos de estudiante en el Queens College de Hong Kong), y de segundo nombre, Woodson (una clave en inglés para indicar los ideogramas que componían su apellido "árbol" e "hijo"). Y no contento con ello, se puso un segundo apellido, Cosme (para referirse al cosmos).
El llevar el mismo apellido, sobre todo en los casos menos comunes, da a los chinos un sentido de clan. Un ejemplo puede apreciarse en el blog www.lilayu.blogspot.com