21 septiembre, 2005

A ver, ¿quién descubrió América?



Ahora que ya pasaron los zapateos y los asados dieciocheros, y se nos viene el próximo feriado del 12 de octubre, Día de la Raza antiguamente (¿por qué se llamaba así?) o Día de la Hispanidad, o del “Descubrimiento de América” que se celebra con bailes flamencos en este continente, me permito una reflexión al respecto.

Lo primero es que fuimos muy mal enseñados los de mi generación y las anteriores. Porque nos tragamos la versión de que nuestra tierra había sido “descubierta” por Colón. O sea, engullimos sin chistar el cuento narrado desde el otro lado del Atlántico, no desde el territorio mismo donde nacimos. Porque a la llegada del genovés, este continente estaba bien habitado por mayas, incas, aztecas y mapuches, por supuesto. Culturas que, por lo que sabemos, estaban harto más avanzadas en ciencias y astronomía que los contemporáneos de Christopher Columbus, que iba para otro lado y llegó acá porque lo trajo el viento no más.

De niña leí en el Mampato que había otra teoría: la de que los vikingos habían llegado primero a estos lados. Nada improbable, siendo tan buenos navegantes ellos.

Pero ahora último he visto difundida la teoría del británico Gavin Mazies, quien en su libro “1421, el Año en que China descubrió América” examina la posibilidad de que el almirante-eunuco-musulmán Zhen He llegara a esta parte del planeta a bordo de una gigantesca flota enviada por el Emperador Ming. Pruebas sólidas de que el chino fue el primero en dar la vuelta al globo, pasando por Africa y Australia antes, no tiene Mazies y, lo que es peor, se dice que las bitácoras de viaje desaparecieron en un incendio de palacio. Pero el inglés aporta varios datos freaks, como el relato de que entre las muestras de viaje que llevó de vuelta el marinero a China estuvo la primera jirafa que alguna vez se vio en ese país, y por lo exótica fue tomada por un qilin, animal mítico para esa cultura.

Me pongo literalmente navegar en búsqueda de información y encuentro cosas reveladoras de algo más que la autoría de quien llegó primero a América. De partida, una comparación entre el tamaño de la carabela Santa María de Colón y el barco de Zhen He. Nada que decir, adivinen quién sale perdiendo.

Sobre ese punto, recuerdo que los chinos se saben superiores pero son extremadamente sutiles para señalarlo (de hecho, no andan por el mundo gritando que China significa “país del centro”). Lo que pasa es que para ellos no hay nada más importante que el prestigio, el “io-mienze” o “tener cara”. Por eso me hace sentido el comentario de un periodista del Asian Times, de Taiwan: “ Esos viajes chinos eran distintos de los de los occidentales, que estaban motivados por el apetito de riqueza y conquista. Los chinos querían mostrarse, probar su poder y hacer ver a todos que nadie los igualaba y que tampoco ellos necesitaban a nadie. Por el contrario, Europa con sus viajes inició el proceso de acumulación de riquezas que eventualmente financió y condjujo a la Revolución Industrial”.

Pero justo este año, en que las empresas chinas se están comprando íconos del capitalismo occidental como IBM (Lenovo), en China hay una buena dosis de nostalgia por Zhen He y sus logros pacíficos. Los alemanes, sin embargo, son suspicaces al respecto. En Der Spiegel hay una reflexión acerca de las verdaderas intenciones del gobierno comunista chino de hacer un gran homenaje a este “Heroe de los Siete Mares” justo este año, como símbolo de este expansionismo pacífico.

El asunto es que con o sin Zhen He y su flota, Occidente y Chile incluido están expectantes de lo que pueden hacer en términos comerciales con China. Silenciosamente y por varias generaciones, los amarillos ya introdujeron su comida – aunque a algunos les cae pesada al estómago por los malos ingredientes que suelen usarse por acá. Y si antes fueron los juguetes, ahora es la ropa Made in China pero con etiquetas en inglés y diseño chileno la que está en todos los supermercados. Hay incluso una fiebre por aprender el idioma y el Ministro Bitar se empeña en que algunos estudiantes de Valparaíso aprendan a torcer la lengua y a descifrar caracteres. A mí me suena casi como el servicio militar, porque los elegidos no tuvieron opción para negarse. Pero así son los experimentos.

En fin, si de algo me alegra es que en esta época en que vivimos la información está a la mano, la encontramos en segundos y ya nadie puede decirnos que hay una sola verdad. Por eso, me encantaría que algún día aparecieran unos quipus incas, o la bitácora de un vikingo olvidado, donde se contara otra versión de la historia de esa época de invasiones desde el punto de vista que menos conocemos.

4 Comentarios:

Blogger Lino Solís de Ovando G. dijo...

Hola Edith. Gracias por tu comentario y de verdad gracias por haberte dado el tiempo para leer algunas de las historias que me interesa plasmar en Goma de Mascar, una historia en capítulos que va teniendo cada vez más lectores.

Me fui a dar un paseo por tu blog que recién comienza y me encantó saber de la idea originaria, del exabrupto de la brujita que marcó a tu familia, obligándola a mirarse al espejo de una buena vez. En todo caso, me gustaría leer más de esa historia, más de esas costumbres que los de tu barrio, tus amigos, cercanos, veían como tics de gente loca, rara. Un beso a la distancia, te sigo leyendo, y gracias otra vez.

3:32 p.m.  
Blogger Andres Palma dijo...

Buen dato Edith lo de Der Spiegel en inglés... oye, no que Zhong Huo (China) era "el Centro del Mundo"? La sutileza no es menor ;-)

Andrés Palma
andrespalma.blogspot.com

1:23 p.m.  
Blogger Ma®ía Pastora dijo...

Los chinos son unos genios: inventaron los tallarines y los helados :D

¡Saludos!

P.D.: En unos post anteriores sale una foto de unos "chinitos" preciosos... ¿son tus hijos?

3:31 p.m.  
Blogger Edith dijo...

Exactamente, María Pastora. Ese parcito que aparece muerto de la risa son mis hijos Consuelo y Alejandro hace ya seis años. El crédito de esa buena foto es de Alejandro Hoppe.

9:50 a.m.  

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