Mi blog me hizo la desconocida
Fue traumante. Con mucho cariño hacia mí misma hice mi blog en marzo, iniciándome en este mundo antes de que tener un blog fuera un tema tratado en los diarios y de que el Ilustre Sr. Flores (de los otros Flores) los pusiera de moda con sus seminarios. Pero me chanté, literalmente, me tragó la máquina, y no volví a crear ni una letra en varios meses.
Cuando me volvió la inspiración, ya era tarde. Mi blog ya no me quería, no funcionaba la clave con que suponía haberlo iniciado. Traté y traté, pedí ayuda al soporte en línea que ofrecen y que responde tan automáticamente ...con un mensaje prefabricado. Ya casi había perdido la esperanza, y pensaba que lo mejor era hacerlo de nuevo: con el mismo título, pero en pasado, para enfatizar la pérdida. Pero no fue necesario: las ciberedes me ayudaron. Le conté mi sufrimiento por MSN a mi amigo Arturo Catalán, y trató y trató de ayudarme con las mismas herramientas que había intentado yo. Nada. Así es que fue sabio y me contactó, también vía MSN, con otra amiga EXPERTA. María Pastora resultó ser verdadera ayuda en línea; incluso, captó al tiro que el desaguisado se debía a mi problema de personalidad múltiple: andar por la vida con claves y nombres de usuarios distintos. Tan buena fue la ayuda de María Pastora (ídola), que ahora estoy nuevamente en mi blog (mío, mío), contando la historia.
La moraleja es que voy a tener que tener una sola libretita donde anotar todas, pero todas las claves que uso a diario. Es que son muchas: para el computador de la oficina, para el de la casa (somos 6 en mi casa, y mi marido determinó que teníamos que tener sesiones distintas), para la intranet de la empresa, para el banco, para la AFP, para la cuenta del teléfono, del gas, para espiar las notas del Ale en el colegio, en fin. Demasiadas claves que, de alguna manera, son una terapia sicológica para quien odia su nombre.
Es que me carga el nombre Edith, así es que cada vez que puedo me lo cambio. Cuando chica era Monina Fancy (¿sería algún complejo de vedette?) y en algún momento fui Alita (un prematuro homenaje a todos mis buenos amigos Alejandros y Alejandras). De ese entonces sólo queda el Moni Flores, como me conocieron mis compañeros gringos del colegio donde fui de intercambio estudiantil, y mis coetáneos de Periodismo de la UC.
Ahora sé que cambiarse de nombre, y no acordarse, puede ser la perdición de un blog.
Cuando me volvió la inspiración, ya era tarde. Mi blog ya no me quería, no funcionaba la clave con que suponía haberlo iniciado. Traté y traté, pedí ayuda al soporte en línea que ofrecen y que responde tan automáticamente ...con un mensaje prefabricado. Ya casi había perdido la esperanza, y pensaba que lo mejor era hacerlo de nuevo: con el mismo título, pero en pasado, para enfatizar la pérdida. Pero no fue necesario: las ciberedes me ayudaron. Le conté mi sufrimiento por MSN a mi amigo Arturo Catalán, y trató y trató de ayudarme con las mismas herramientas que había intentado yo. Nada. Así es que fue sabio y me contactó, también vía MSN, con otra amiga EXPERTA. María Pastora resultó ser verdadera ayuda en línea; incluso, captó al tiro que el desaguisado se debía a mi problema de personalidad múltiple: andar por la vida con claves y nombres de usuarios distintos. Tan buena fue la ayuda de María Pastora (ídola), que ahora estoy nuevamente en mi blog (mío, mío), contando la historia.
La moraleja es que voy a tener que tener una sola libretita donde anotar todas, pero todas las claves que uso a diario. Es que son muchas: para el computador de la oficina, para el de la casa (somos 6 en mi casa, y mi marido determinó que teníamos que tener sesiones distintas), para la intranet de la empresa, para el banco, para la AFP, para la cuenta del teléfono, del gas, para espiar las notas del Ale en el colegio, en fin. Demasiadas claves que, de alguna manera, son una terapia sicológica para quien odia su nombre.
Es que me carga el nombre Edith, así es que cada vez que puedo me lo cambio. Cuando chica era Monina Fancy (¿sería algún complejo de vedette?) y en algún momento fui Alita (un prematuro homenaje a todos mis buenos amigos Alejandros y Alejandras). De ese entonces sólo queda el Moni Flores, como me conocieron mis compañeros gringos del colegio donde fui de intercambio estudiantil, y mis coetáneos de Periodismo de la UC.
Ahora sé que cambiarse de nombre, y no acordarse, puede ser la perdición de un blog.
1 Comentarios:
¡Edith!
¡Me encantó tu blog! Te juro que me fascinó tu historia de los apodos y del porqué del nombre de tu blog ¡excelente!
A mí me pasa que tengo mil apodos... y se sabe de qué época me conocen las personas por cómo me dicen jeje...
Fue un gustazo ayudarte y ahora me alegro mucho de que no se haya perdido lo anterior :)
¡Un abrazo! Y a tus órdenes ;)
P.D.: Yo intento poner a todo nombre de usuario o clave igual si no pff me olvido jeje
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