05 septiembre, 2005

Hijos, padres, secretos de familia

Me ha conmovido la forma pública en que Claudio Bunster (ex Teitelboim)decidió romper no sólo con la filiación que tuvo durante toda su existencia, sino con algo común entre muchas familias de su generación: los secretos, las mentiras.

Es que en los años 40-50 del siglo pasado no existían los métodos anticonceptivos; por lo que los amores juveniles o los adulterios tenían rápidamente consecuencias procreadoras. Así, muchos nacían huachos. Otros, eran "adoptados" por sus abuelos, tíos o cónyuges. Pero siempre estaba el manto de la vergüenza, que se convertía en un silencio cómplice entre parientes y amigos cercanos, lleno de extraños signos para el niño-joven-adulto engañado.

Por eso creo que la decisión del nuevo Bunster, ex Teitelboim, debe en estos días remeciendo varios grupos humanos en nuestra aún cínica sociedad. Eso, que era asunto del pasado, debe estar moviendo recuerdos, abriendo viejas esquelas.

Para las nuevas generaciones, éstas son situaciones de novelas añejas. Hoy, la gente asume más derechamente las consecuencias de sus acciones. Los cornudos se separan, se anulan, se divorcian. Los separados siguen viendo a sus hijos, muchos incluso pagan pensiones alimenticias. Las jóvenes embarazadas siguen asistiendo al colegio, y no se casan de inmediato. Sus padres asumen que son abuelos. Sus hermanos son felices siendo tíos.

Es muy extraño hoy en día que alguien viva engañado, que crezca rodeado de silencios.

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